INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN FAMILIA
INTELIGENCIA EMOCIONAL Y
GESTIÓN DE EMOCIONES
“Calmarse juntos. Autocontrol.”
Cuando
un niño o niña se altera, su sistema nervioso entra en un estado de alerta: el
corazón late más rápido, la respiración se acelera y las emociones dominan el
pensamiento.
En
esos momentos, el cerebro infantil todavía no sabe regularse por sí solo, y necesita
el apoyo de un adulto tranquilo que le acompañe.
Es
esencial no gritar ni ridiculizar la emoción del menor; la calma de los padres
se transmite. La calma no se impone, se contagia.
Si los adultos reaccionan con serenidad, tono de voz suave y gestos seguros,
están enseñando sin palabras a autorregularse.
Una
estrategia sencilla y eficaz es respirar juntos:
inspirar por la nariz mientras contamos hasta tres, mantener el aire un
instante y soltarlo lentamente por la boca, como si sopláramos una vela.
También
se pueden practicar estiramientos suaves, escuchar música tranquila o montar en
casa un pequeño “rincón de la calma”, con cojines o peluches. Ese espacio puede convertirse en un refugio emocional,
no como castigo, sino como un lugar para reencontrar la paz.
Es importante practicar
estas técnicas en momentos tranquilos, para que el cuerpo y la mente las
reconozcan cuando llegue una situación difícil. De este modo, los niños
aprenden que la calma se entrena, y que siempre pueden
volver a ella acompañados por sus padres o cuidadores. Más que controlar la
emoción, se trata de aprender a convivir con ella,
aceptarla y transformarla con apoyo, paciencia y cariño.
Valide y escuche: escuche activamente a su hijo y valide sus sentimientos sin juzgarlos. Hágale saber que entiende por qué está enojado o estresado.
Use el contacto físico: un abrazo, o simplemente estar cerca, puede hacer que los niños se sientan seguros y amados.
Ofrezca un "tiempo fuera" para calmarse: si es necesario, pídale que tome un descanso para calmarse antes de hablar, como unos minutos en su habitación. Esto no debe ser un castigo, sino una oportunidad para controlar sus emociones.
- Respirar
profundo juntos.
- Pausas
con música o estiramientos.
- Crear
un “rincón de calma” en casa.
- Practicar
en momentos tranquilos.
- La
calma de los padres se contagia.
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